Por José Rodrigo Lea Plaza
Nota del editor: : José Rodrigo Lea Plaza es docente en la UCB Tarija, todas las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
El aprendizaje ubicuo es aquel que se da cuando se transfiere el aula tradicional a un contexto no tradicional, a un “lugar” donde deja de ser imprescindible el espacio físico, un ambiente donde se voltean las paredes, y el techo es el espacio infinito. En verdad estamos aprendiendo siempre y en todo lugar, en la calle, en la televisión, de los padres, con los amigos y de los que no lo son, no sólo de los docentes y en la universidad.
El término “ubicuidad” alude a la posibilidad de estar en varios lugares simultáneamente superando las limitaciones impuestas por el entorno físico. Consecuentemente, la ubicuidad implica una especial capacidad para la flexibilización y la adaptación a varios contextos que están continuamente en movimiento. Mientras que en un aula tradicional el profesor es el que proporciona información para la construcción del conocimiento y los estudiantes deben estar en el aula y participar al mismo tiempo en la misma actividad, en el aprendizaje ubicuo las actividades pueden desarrollarse en un espacio-tiempo diferente para cada estudiante. Aquí es necesario revisar los conceptos referidos al contexto en el que se da el aprendizaje, ya no interesa teorizar sobre la educación formal o no formal, puesto que el aprendizaje ubicuo se da en cualquier momento y lugar, pudiendo interactuar con instituciones formales desde contextos no formales a través de distintos dispositivos, interactuando con los dos de una forma no concebida en su definición tradicional, además los materiales de enseñanza se encuentran disponibles en todo momento y son accesibles desde variados dispositivos.
En la universidad el rol tradicional del docente cambia a facilitador porque puede acompañar a cada estudiante según lo demande. Para lograr esto el aprendizaje ubicuo promueve un espacio diferente al aula tradicional, un entorno seguro pero sin estrés, donde los estudiantes pueden interactuar entre sí y con sus docentes.
Por otra parte esta modalidad educativa prepara y alienta a los estudiantes a aprender continuamente toda su vida, enseñándoles cómo utilizar los mejores recursos para acceder a la información más adecuada a sus necesidades. Es decir los prepara para la vida real en el sentido que las nuevas tecnologías de información y comunicación se han vuelto parte de la vida cotidiana y por ello los estudiantes necesitan aprender cómo utilizarlas en las profesiones en las que se desempeñen en el futuro.
Si se quiere migrar hacia un aprendizaje ubicuo se deben hacer tres cambios: la difuminación de las no solamente de las fronteras espacio-temporales, sino también las curriculares y metodológicas; el acceso y producción del conocimiento de forma más horizontal y participativa; y, además la cada vez mayor posibilidad de interacción y trabajo compartido en red. La utilización de internet y las redes sociales, no sólo facilitan el aprendizaje expandido y permanente, sino que pueden ser una importante oportunidad para la participación y el compromiso social y cívico que es una de las finalidades más importante de la formación del hombre.